SU
PAPEL ES CONVERTIR ALUMNOS PASIVOS EN ALUMNOS ACTIVOS
Entrevista a Robert Swartz por David
Revenga
El
siglo XXI está manifestando grandes cambios en el sistema educativo. La
sociedad en la que vivimos es conocida ahora como la sociedad de la información
y la tecnología. Esto quiere decir que ya no es tan importante el obtener una
respuesta a una pregunta dada sino el saber contrastar diferentes respuestas a
una misma pregunta y escoger la más fiable. Es decir, ahora mismo se trata de
saber buscar la información en el lugar correcto y de la forma más fiable pero,
para ello, es esencial hacerse también la pregunta correcta. Entorno a estas
bases ha de educar la escuela del siglo XXI.
Se está tomando conciencia de que el
modelo de enseñanza tradicional tuvo su utilidad en un momento dado de la
historia en la que la función esencial de la escuela era la de reproducción de
clases e incluso, como ocurrió en España con la época franquista, la escuela
servía para asegurar al gobierno el predominio de una determinada ideología. En
aquellos tiempos, no había demasiadas preguntas por hacerse ya que el maestro
solo podía enseñar las cosas de una determinada manera, que se vendía como la
más correcta y exacta. Hoy y desde hace ya varias décadas, los tiempos han
cambiado y el hombre puede manifestar su espíritu crítico, ya que siempre lo ha
tenido porque es lo que realmente lo hace humano. La escuela debe enseñar a
pensar y no dictar el cómo pensar. Una metodología activa pasa por la pérdida
de importancia del maestro en el aula y la consiguiente ideología
paidocentrista. Así, el maestro se
transforma en un guía que enseña a los alumnos estrategias para pensar dando
rienda suelta de esta manera a su creatividad. Estas son las dos habilidades
que saca a relucir Robert Swartz, por un lado el ser creativo a la hora de
hacerse preguntas y por otro lado, el ser crítico a la hora de poder discernir
si esa es la pregunta correcta para esa determinada situación. El problema es
que tanto los maestros y los alumnos tienen miedo a enfrentarse a este tipo de
pedagogía. ¿Dónde está el lugar de la pedagogía de la pregunta en la escuela?
Quizás en la clase de ética, quizás en la clase de arte... Quizás en ninguna.
Esto es lo que se pone de manifiesto en el documento, hay un excesivo miedo por
parte de la institución escolar a enfrentarse a este tipo de estrategias. Todo
radica en la inutilidad que se le otorga. Los maestros y el centro piensan en
cumplir los objetivos del currículum, el papel del estado es garantizar que
éstos se cumplan, los alumnos velan por la evaluación final y el paso de curso.
Pero, ¿cómo evaluar que estos objetivos realmente se han interiorizado más allá
de la evaluación final? Robert Swarzt afirma en la entrevista que el aprendizaje
de los jóvenes mejora mucho cuando se enfrentan a los contenidos del currículum
desarrollando las habilidades de pensamiento creativo y crítico. Se permite
aquí una puesta en relación con el trabajo por proyectos en el aula. Parece ser
que la mejor materialización en el aula de esta pedagogía defendida por la
organización del profesor Robert Swartz es precisamente ésta en la que el niño
parte de su entorno haciéndose preguntas guiadas por el profesor y trabajando
las posibles respuestas en completa autonomía y colaboración con sus
compañeros. Y es que, llegados a este punto, la mejor pregunta es “¿qué
interesa más, el resultado o el proceso?”. La sabiduría humana afirma por
encima del conocimiento científico que el hacerse preguntas y encontrar respuestas
fiables a través de la experimentación y observación es ciencia pero el cómo orientar
este proceso hacia el bien del hombre y de la humanidad es sabiduría. Aquí es
donde interviene el espíritu crítico y creativo y en este sentido se puede
hallar la respuesta a la última pregunta planteada.
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