domingo, 19 de mayo de 2013

EL ROL DEL PROFESOR ESTÁ CAMBIANDO

SU PAPEL ES CONVERTIR ALUMNOS PASIVOS EN ALUMNOS ACTIVOS

Entrevista a Robert Swartz por David Revenga



           El siglo XXI está manifestando grandes cambios en el sistema educativo. La sociedad en la que vivimos es conocida ahora como la sociedad de la información y la tecnología. Esto quiere decir que ya no es tan importante el obtener una respuesta a una pregunta dada sino el saber contrastar diferentes respuestas a una misma pregunta y escoger la más fiable. Es decir, ahora mismo se trata de saber buscar la información en el lugar correcto y de la forma más fiable pero, para ello, es esencial hacerse también la pregunta correcta. Entorno a estas bases ha de educar la escuela del siglo XXI.

            Se está tomando conciencia de que el modelo de enseñanza tradicional tuvo su utilidad en un momento dado de la historia en la que la función esencial de la escuela era la de reproducción de clases e incluso, como ocurrió en España con la época franquista, la escuela servía para asegurar al gobierno el predominio de una determinada ideología. En aquellos tiempos, no había demasiadas preguntas por hacerse ya que el maestro solo podía enseñar las cosas de una determinada manera, que se vendía como la más correcta y exacta. Hoy y desde hace ya varias décadas, los tiempos han cambiado y el hombre puede manifestar su espíritu crítico, ya que siempre lo ha tenido porque es lo que realmente lo hace humano. La escuela debe enseñar a pensar y no dictar el cómo pensar. Una metodología activa pasa por la pérdida de importancia del maestro en el aula y la consiguiente ideología paidocentrista.  Así, el maestro se transforma en un guía que enseña a los alumnos estrategias para pensar dando rienda suelta de esta manera a su creatividad. Estas son las dos habilidades que saca a relucir Robert Swartz, por un lado el ser creativo a la hora de hacerse preguntas y por otro lado, el ser crítico a la hora de poder discernir si esa es la pregunta correcta para esa determinada situación. El problema es que tanto los maestros y los alumnos tienen miedo a enfrentarse a este tipo de pedagogía. ¿Dónde está el lugar de la pedagogía de la pregunta en la escuela? Quizás en la clase de ética, quizás en la clase de arte... Quizás en ninguna. Esto es lo que se pone de manifiesto en el documento, hay un excesivo miedo por parte de la institución escolar a enfrentarse a este tipo de estrategias. Todo radica en la inutilidad que se le otorga. Los maestros y el centro piensan en cumplir los objetivos del currículum, el papel del estado es garantizar que éstos se cumplan, los alumnos velan por la evaluación final y el paso de curso. Pero, ¿cómo evaluar que estos objetivos realmente se han interiorizado más allá de la evaluación final? Robert Swarzt afirma en la entrevista que el aprendizaje de los jóvenes mejora mucho cuando se enfrentan a los contenidos del currículum desarrollando las habilidades de pensamiento creativo y crítico. Se permite aquí una puesta en relación con el trabajo por proyectos en el aula. Parece ser que la mejor materialización en el aula de esta pedagogía defendida por la organización del profesor Robert Swartz es precisamente ésta en la que el niño parte de su entorno haciéndose preguntas guiadas por el profesor y trabajando las posibles respuestas en completa autonomía y colaboración con sus compañeros. Y es que, llegados a este punto, la mejor pregunta es “¿qué interesa más, el resultado o el proceso?”. La sabiduría humana afirma por encima del conocimiento científico que el hacerse preguntas y encontrar respuestas fiables a través de la experimentación y observación es ciencia pero el cómo orientar este proceso hacia el bien del hombre y de la humanidad es sabiduría. Aquí es donde interviene el espíritu crítico y creativo y en este sentido se puede hallar la respuesta a la última pregunta planteada.

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