PROPUESTA DE ANÁLISIS CRÍTICO EN LA ESCUELA
Patricia
Digón Regueiro
El recuerdo de una película
Disney en la mente de cualquier adulto está relacionado con la infancia, con la
época inocente y feliz, con aquellas canciones que enseñaban a hacer el bien, a
respetar a la familia, a superarse a uno mismo y cuidar de los amigos. Disney,
desde su nacimiento en los años 20 se ha transformado en una auténtica
corporación a la que la globalización ha permitido llegar a todos los países
del mundo. Las películas y sus canciones han quedado en un segundo plano.
Actualmente Disney es una ciudad, un crucero, son juegos y juguetes, objetos
decorativos y un largo etcétera. Por todo ello, merece que la sociedad del
siglo 21 le dedique una mirada crítica y ponga en juego todo esos ideales y
valores que parece defender.
Disney lucha por la homogeneidad social, por mantener la
ideología más tradicionalista enfrentándose al ritmo al que avanza la sociedad
de hoy en día. Adaptándose a las nuevas tecnologías, estando presente en todos
los medios; la corporación vende una imagen modernizada; sin embargo,
¿realmente ha cambiado? Los valores del bien y el entretenimiento son una
cortina de humo a los estereotipos y a los valores profundamente tradicionalistas,
conservadores y clasistas.
Todos los cuentos y películas Disney se presentan como
historias sencillas, con acciones prácticamente unitarias, personajes
profundamente estereotipados, héroes que luchan por el bien y creen en la
magia, finales felices y estructuras verbales repetitivas (“y comieron
perdices…”). Todo ello responde a las características que definen una adicción.
A través de esa adicción, se busca el control, la eficiencia, la uniformidad y
lo predecible; todo ello da seguridad. Como producto infantil y considerando
esta población como una población de riesgo, los niños toman a esos héroes y
princesas delicadas como sus modelos y ejemplos a seguir. Construye así una
generación de niños incapaces de desarrollar una mirada crítica que busque la
justicia social, ya que todos aspiran a lo mismo y ser diferente estaría visto
como algo malo. Disney visto desde una mirada superficial es un mundo de
fantasía y de inocencia lejos de la violencia, delincuencia, de las guerras que
azotan cada día al mundo. Desde, una mirada crítica, Disney es un manipulador.
Sin
embargo, es una magnífica herramienta para trabajar en el aula. A través del
visionado de una película se pueden trabajar numerosos temas transversales
relacionados con la educación moral y cívica, educación por la paz, por la
igualdad de oportunidades, por el consumo razonable, por la salud y la
alimentación equilibrada, educación ambiental; podemos trabajar materias
instrumentales como el conocimiento del medio natural, social y cultural (a través
del racismo, la diferencia de clases, la jerarquización que existía en otras
épocas…), la lengua y la literatura (a través de invención de finales,
diálogos, acentos y personajes diferentes) el inglés (a través de traducciones
de la versión original y la comparación con la versión traducida…), la
educación artística (el estudio de los rasgos de los personajes en el dibujo
Disney…). El Mundo Disney abre innumerables posibilidades de trabajo en el aula,
no se debe considerar un arma de homogeneización social, sino todo lo
contrario, una herramienta de lucha social, pero para ello se ha de estar
concienciado.
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